Son fechas difíciles para todos, hay muchos ciudadanos pasándolo mal por motivos de salud, una guerra que libramos como especie, como seres humanos contra el COVID 19. En medio de este caos, habría que hacer reflexión sobre las cosas positivas que, una vez superada esta pandemia pueden salir a relucir:
El teletrabajo. Decretada la cuarentena por el Estado de Alarma, el teletrabajo ha de erigirse como la tabla de salvación de muchas empresas, que de lo contrario, verían parada por completo su actividad. Aquellos empleadores reticentes a incorporar esta saludable práctica en sus empresas, pueden ver su forzosa instauración como un test. Muchos verán el potencial de esta medida y, posiblemente despues de la crisis se generalice esta medida.
La conciliación familiar, y personal. El frenazo económico en una sociedad capitalista, cada vez más frenética y despiadada es una oportunidad para volver a conectar con la familia, con los amigos, para hacer una videollamada a ese familiar lejano, preparar comida casera en lugar de congelados, ver esas fotos del viaje del último verano que sacaste con el móvil y no repasaste nunca o leer ese libro que lleva meses en la mesilla de noche con buena intención pero nula ejecución. Volver a descubrir placeres olvidados como escuchar música, ver una buena película, montar ese enorme juguete de lego con tu hijo/a que llevas postergando desde el día de Reyes o simplemente reflexionar sobre uno mismo.
La revalorización del papel de los sanitarios dentro de la sanidad pública y privada. Nunca se ha dudado de la importancia del personal sanitario, desde médicos a celadores. Pero lo cierto es que no se ha tenido la suficiente consideración de su labor y sobre todo las condiciones en las que trabajan. Sabiendo que muchos de ellos trabajan más de 24 horas seguidas los días de guardias, y que estas guardias, en tanto en cuanto suponen horas extraordinarias suponen la cuantía más importante de su salario, siendo su sueldo base bastante bajo por lo general y teniendo una estabilidad laboral inexistente una vez que terminan la residencia y se asientan en un hospital. Muchos sanitarios se ven obligados a coger contratos de trabajo temporales, con malos horarios y malos medios. Cuestiones que no se valoraban hasta el momento. Estos días vemos como los vecinos aplauden desde sus ventanas a estos profesionales, pero los aplausos deben acompañarse de un apoyo después de la crisis. No es coherente presumir de nuestra sanidad pública si no se les da los medios para atender a los ciudadanos lo mejor posible. El último ejemplo de la precariedad de estos profesionales, a raiz del RD de Estado de Alarma, es la posibilidad de alargar la residencia del personal sanitario, prorrogarla durante mayor tiempo, cuando lo coherente sería ofrecerles contratos de trabajo temporales como adjuntos, que es la categoría profesional que les correspondería. Lo que viene a revelar la realidad, y es que la residencia no es realmente un periodo formativo tal y como dice el Real Decreto 1146/2006, de 6 de octubre, por el que se regula la relación laboral especial de residencia para la formación de especialistas en Ciencias de la Salud sino que son simple y llanamente mano de obra barata.